En los últimos tiempos se han puesto de moda prácticas
históricamente comunes que quedaron obsoletas en las décadas finales del siglo
XX y que han pasado de ser horteras a ser ecológicas y modernas.
Entre estas costumbres, una de las más llamativas es el uso
de bolsas de tela y carros de la compra en los supermercados. Este recurso, que
se lo veíamos a nuestras madres y abuelas, se dejó de utilizar en detrimento de
las bolsas de plástico de un solo uso, más higiénicas y prácticas pero con un alto impacto ambiental debido al gasto de materias primas y al aumento de unos residuos muy difíciles de degradar. Pero durante un tiempo esto no tuvo importancia.
El consumismo, representado en los centros comerciales, ha popularizado prácticas poco sostenibles (@Daniel_Torrejon, Flickr). |
Claro que, durante muchos años, ir a comprar el pan con la
bolsa de tela bajo el brazo era de viejas o de gañanes, más digno del paleto
con boina del pueblo que del moderno chico de ciudad. Ahora, eres un bruto si
vas al supermercado sin el preceptivo cargamento de bolsas de tela o si
pretendes adquirir barras de pan sin llevar tu propio soporte. Cuestión de
modas.
La recomendación general es abandonar paulatinamente los
utensilios de usar y tirar, tales como los platos, vasos y cubiertos de plástico
o las servilletas de papel, que tan en auge llegaron a estar y sobre los que se
ha lanzado una ofensiva voraz en pro de la conservación de los recursos
naturales.
El siguiente paso era imaginable, cruzar el umbral hacia
otros ámbitos donde ahora no solo es habitual el uso de productos desechables,
sino que lo contrario es tachado de antihigiénico o vergonzoso. Me estoy
refiriendo al uso de papel de cocina, servilletas y pañuelos de papel, pañales,
compresas o tampones.
En el caso del papel de cocina o las servilletas
desechables, la vuelta no es nada traumática, puesto que los paños y las
servilletas de tela nunca llegaron a abandonarnos del todo. En cuanto a los
pañuelos o los pañales, es más complicado encontrar una alternativa y el
regreso al anterior hábito no parece nada higiénico.
Pero una alternativa a los habituales productos de higiene
íntima femenina está pegando fuerte y ganando adeptas. Se trata de las copas menstruales o vaginales, una suerte de artilugio de silicona o látex que hace
la misma función de las compresas o los tampones, pero de una manera ecológica.
La copa mentrual Mooncup, una de las más populares. |
De cómo funciona o sus ventajas hay muchas páginas y sitios que pueden informar, sin duda, mejor de lo que lo pueda hacer aquí. Grosso
modo, estas copas retienen el flujo menstrual en un pequeño depósito, a
diferencia de tampones y compresas que lo absorben. En un intervalo que puede
llegar hasta las 12 horas, la copa se extrae, se vacía, se lava y está lista
para volver a utilizarse, de forma que no es necesario nada más.
La compra de este objeto supone una inversión inicial (en el entorno de los 20-30 euros) pero,
una vez amortizada, el ahorro es importante, puesto que, en teoría, no requiere
ningún complemente y no hace falta adquirir más productos desechables. La
duración de una copa puede llegar a los 10 años. ¿Cuántos tampones y compresas
puede llegar a consumir una mujer durante ese periodo? ¿Qué volumen de residuos se puede evitar en ese tiempo?
Además, existe un beneficio ecológico muy importante. En
primer lugar, se reduce el consumo de productos desechables, por lo tanto habrá
una disminución del gasto de materiales. En segundo lugar, se minimiza el
volumen de residuos generados, que es el principal problema de los artículos de
usar y tirar, y que se acumulan especialmente en los océanos.
Las aves sufren en gran medida la acumulación de residuos en mares y océanos (@Gustavo lu7frb, Flickr). |
Al contrario de lo que pueda parecer, el uso de las copas
menstruales ayuda a evitar enfermedades e infecciones relacionadas con la
menstruación y el uso de absorbentes desechables, por lo que la higiene no
sirve como argumento para seguir utilizándolos.
Como en la vuelta a las bolsas reutilizables, los carritos
de la compra o las servilletas de tela, las copas menstruales vienen a
recuperar las costumbres tan poco derrochadoras de antaño, no reñidas con la
modernidad y los avances de que disfrutamos en estos tiempos.
En este caso, ha habido que perfeccionar el método con
respecto a los hábitos prefilosofía del usar y tirar, pero se ha logrado el
objetivo de encontrar una solución sostenible tanto ambiental como
económicamente.
¿Habéis probado ya las copas menstruales?
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