El funcionamiento de los bancos de conservación es el
siguiente, grosso modo: existirá una base de datos de trabajos ambientales, ya
sea restauración de zonas degradadas, recuperación de especies amenazadas o
limpieza de zonas contaminadas, por poner unos ejemplos, que conformarán el banco
propiamente dicho, en el que podrán invertir las empresas que dañen el medio
ambiente, de forma que compensen el perjuicio que provoque su actividad pagando
los trabajos para recuperar otra área.
La idea es que aquellas entidades que causen un desastre
ambiental puedan resarcirse pagando el arreglo de otro (eso sí, de momento, de
forma voluntaria, apelando a la buena fe). Económicamente, parece que el
equilibrio existe: el menoscabo que se le produce al medio ambiente se compensa
con dinero.
Pero hay un problema en todo esto: por lo general, el suelo
que se contamina tarda mucho tiempo en regenerarse y no siempre lo hace al 100%;
el hábitat que se destroza puede restaurarse pero por el camino habrá causado
muchos daños colaterales y, sobre todo, las poblaciones que sean exterminadas
no volverán a la vida, algo grave cuando se hable de especies amenazadas.
¿De qué forma el dinero puede compensar la desecación de un humedal catalogado? ¿Cómo pueden pagarse más de 20 años de contaminación en una laguna? No dudo que en la economía haya una forma de cuantificar eso, pero el
dinero no puede recuperar un ecosistema o resucitar a un animal (ni a una
persona).
Lo único que se logra con este tipo de sistemas es dar carta
blanca a las empresas (o a los particulares) para contaminar y afectar a la
naturaleza mientras paguen su correspondiente cuota. Igual que los católicos
pagaban la bula para poder comer carne en viernes, compensando con dinero el
pecado cometido.
Indemnizar un perjuicio al medio ambiente puede servir como
alivio, puede limpiar conciencias, pero no recupera lo perdido. Pensar que
mientras se pague se puede cometer cualquier delito ambiental es un error. Lo
que el planeta necesita es que se deje de contaminar, de destruir, no que se
compense todo con dinero, de eso no entiende.
No obstante, no queda más remedio que realizar trabajos de
restauración ambiental en aquellas zonas que han sufrido impactos, los cuales
necesitan financiación. El dinero tiene que salir de algún sitio y qué mejor
que de los bolsillos de quienes provocan estas atrocidades. Pero lo que
realmente hace falta, dejar de cometer estos actos, es lo último que se plantea
el capitalismo y la máxima de “quien paga, contamina” (¿otra vez me he vuelto a
liar?) debería ser el último recurso, no el primero.
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