Este fin de semana tengo una cita y quiero impresionar a mi acompañante...
pero sin que ello resulte en un perjuicio para el medio ambiente ni tenga que
renunciar a mi compromiso con el planeta. ¿Serán compatibles ambos objetivos?
Quizás sí, con alguna que otra idea...
En primer lugar, creo que iré a buscar a mi pareja en
transporte público, así evitaré sacar mi vehículo a contaminar aún más la
ciudad. Ahorro dinero y emisiones y, ya que la parada queda a un par de calles
de su casa, podré dar un paseo otoñal que me haga llegar más relajado y
tranquilo, sin el estrés del tráfico metropolitano ni el agobio por encontrar
aparcamiento.
Precisamente esa será mi primera propuesta, un paseo.
Podríamos caminar por la orilla del río, bajo los árboles del paseo, o por
alguna avenida que quede cerca de un parque o una zona verde, donde respirar un
aire algo menos nocivo. Aprovecharemos el paseo para charlar, ponernos al día y
contarnos nuestras inquietudes, una actividad de lo más sana y natural. No
consumiremos recursos y podremos comenzar a conquistarnos, con las mejores
armas de seducción: una compañía agradable y una buena conversación.
Todas las ciudades disponen de lugares para dar un agradable paseo. (@tepena, Flickr) |
¿Que no sabéis por dónde pasear? Venga, no me lo creo. Si
vivís en una ciudad de interior, tendréis quizás una ribera, un parque urbano o
paseos arbolados. Si vivís en la costa no hay excusa, el paseo marítimo siempre
es una gran opción. Para los entornos más rurales, las mejores opciones, ya que
suele haber sendas o veredas semiurbanas por las que disfrutar del atardecer.
Tras el paseo y la charla, qué mejor que recuperar fuerzas.
He pensado en prepararle una cena casera, que es más ecológica y barata
que un restaurante. ¿Que es menos romántica? Todo lo contrario, hay infinidad
de posibilidades. Una cena ligera a la luz de las velas, con un buen vino y
música de fondo, que no deje la sala en silencio pero tampoco evite la
conversación.
La cena tendrá productos frescos locales, comprados en la
tienda del barrio, que no hayan supuesto grandes desplazamientos con el consiguiente
despilfarro de combustible, ni vengan presentados en rimbombantes envases que
supongan una generación extra de residuos. De postre prepararé un bizcocho
casero, hecho por mí, sin industria de por medio. Aunque también tendré a mano
algo de fruta de temporada, por si acaso, adquirida en el mismo lugar y con las
mismas condiciones.
La luz de las velas aporta romanticismo y ahorra energía eléctrica. (@Aurelien St-D., Flickr) |
¿Y si llega la cosa a mayores? Será mejor ambientar la sala
con algo de luz romántica, minimizando así el consumo eléctrico. Lo mismo para
el dormitorio, si se da el caso... Aquí se puede volver a recurrir a las velas,
que alumbren lo necesario y consuman lo justo. Por supuesto, tendré preparada
la protección adecuada, pero hay que tener la cabeza siempre centrada para no
hacer locuras. La eliminación de los residuos debe ser la adecuada y los
preservativos no deben acabar en lugares equivocados, su final debe ser la
basura. Claro está, la caja de cartón que los contiene debe ser separada para su
reciclaje... mejor previamente.
Si duerme conmigo, por la mañana pienso proponer que nos
duchemos juntos. Es algo de lo más romántico... y ecológico, puesto que
podremos rebajar el consumo de agua. Y si decidimos entretenernos... Espero no
olvidarme de cerrar el grifo para no derrocharla, que muchos millones de
personas ni siquiera tienen acceso a ella.
Bueno, está todo pensado, el plan es barato, sano y
ecológico, a la par que romántico y agradable. ¿Alguien tiene alguna propuesta
para completar mi cita?
3 opciones ecológicas y románticas: un paseo al atardecer,
la luz de las velas, una ducha compartida.
3 lugares que disipan el ecologismo y rompen el
romanticismo: un centro comercial, un atasco, un restaurante de comida rápida.
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