Ayer pude ver en La 2 de TVE la película Syriana, de George
Clooney y Matt Damon, dos tipos que son un seguro a la hora de elegir qué ver.
Opiniones cinematográficas al margen, la historia le deja a uno con mala
sensación, ya no por lo que cuenta, sino porque todo lo que aparece,
probablemente, sea cierto, queramos o no verlo.
Sin entrar en detalles, porque odio contar el argumento de
una película, viene a ser un relato del mundo que sabemos que existe pero
preferimos ignorar, el de las conspiraciones, los poderes absolutos, la
corrupción, el dinero por encima de todo.
George Clooney, en una imagen de Syriana. |
Podría hablar sobre cualquier tema, pero las tramas tienen
que ver con el petróleo y todo lo que se genera alrededor. Una idea me ha
impactado sobremanera: las empresas petrolíferas, que son de las más
importantes de la economía mundial, esto es, las que deciden nuestro destino,
seguirán ganando dinero sin problemas mientras se cumplan dos premisas: que los
coches no funcionen con agua y que se mantenga la inestabilidad en Oriente
Medio.
Pero venga, no nos vamos a hacer ahora los sorprendidos.
Esto es algo que todos sabemos, pero en lo que elegimos no pensar. Y no acuso a
nadie por ello, puesto que la impotencia de no poder hacer nada no nos dejaría
vivir. ¿Qué se puede hacer contra los que dominan el mundo? ¿Los que manejan el
dinero y deciden que empiecen las guerras para aumentar sus beneficios?
¿Aquellos que se quitan de en medio a quien pretende ser un obstáculo en su
objetivo?
Al pensar en las energías renovables, en los coches
eléctricos, en la arquitectura bioclimática... Y luego fijarse en la realidad,
casi dan ganas de echarse unas carcajadas. Nos llevan vendiendo que quedan
reservas para apenas 40 años desde hace más de ese tiempo. Mientras, siguen
quemando toneladas de crudo en guerras y sabotajes, descubriendo nuevas
reservas y manteniendo el precio de los combustibles por las nubes. Y todo ello
afirmando, constantemente, que quedan reservas para 40 años.
Lo de los 40 años lo estudié en la facultad y es válido
desde hace mucho tiempo. La razón oficial de por qué esta cifra nunca se reduce
es que, a medida que pasan los años, se descubren nuevos yacimientos y se
mejora la tecnología, de forma que mal que bien se va sobreviviendo con esa
cantidad.
Imagen de una plataforma petrolífera en el mar. |
Mi sensación es que, mientras las empresas sigan ganando
dinero, ni se dirá la realidad de lo que queda ni se permitirá investigar otras
formas de vida alternativas a la dependencia extrema del petróleo. Ya sé que
esto parece de Perogrullo, pero nunca viene mal recordarlo.
De momento, no queda más remedio que levantar la cabeza y
luchar poco a poco contra aquello que nos imponen. El medio ambiente solo se
puede tratar desde abajo, las personas son las únicas que pueden preocuparse
por él, ya que el mercado y el dinero están aún muy lejos de hacerlo (mientras
no sea rentable). En estos momentos de duda siempre me gusta recuperar ese lema
de “cambia tu vida para cambiar el mundo”.
Sigamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario